Sarah Lewis: el fracaso es vital para la innovación
La semana pasada se celebró el WOBI World Leadership Barcelona y Aurum Speakers Bureau fue invitado a asistir al segundo día del evento, el Viernes 24.
Después de la fantástica charla de Juan Pablo Neira sobre cómo podemos ser más creativos y encontrar nuevas formas de innovar y un corto break para un café, Sarah Lewis, profesora de Harvard y autora del bestseller del New York Times The Rise: Creativity, the Gift of Failure, and the Search for Mastery (El ascenso: la creatividad, el don del fracaso y la búsqueda de la maestría) subió al escenario. Sarah es una reconocida historiadora del arte que se desempeñó bajo el Comité de Política de las Artes del Presidente Obama y ha trabajado en la Escuela de Arte de Yale, el Museo Tate y el Museo de Arte Moderno de Nueva York. Y es a través del arte y su trabajo entrevistando a algunos de los artistas, atletas de alto rendimiento y emprendedores que han cambiado el mundo, cómo ha estudiado las fuentes de la creatividad y cómo ésta se produce exactamente en nuestro cerebro.
LA INFLUENCIA DEL FRACASO EN LA INNOVACIÓN
Sarah descubrió que algunas de las personas más exitosas del planeta, y de la historia, a menudo atribuían su éxito a sus fracasos pasados. Tomemos por ejemplo a Michael Jordan, una de las leyendas deportivas más grandes del mundo, quien recordó que falló más de 9,000 tiros en su carrera y perdió más de 300 partidos. O Thomas Edison, quien dijo su famosa cita “No he fallado. He encontrado 10,000 formas que no funcionan” cuando intentaba encontrar el avance que le permitió inventar la bombilla eléctrica.
El fracaso permite el aprendizaje, lo que permite la innovación. Sarah cree que hay 3 características principales que se pueden encontrar en todas estas personas increíbles que cambiaron el mundo:
- A estas personas les importaba más convertirse en expertos que el éxito
- Fueron en contra de la sabiduría convencional y evitaron el pensamiento grupal.
- Son extremadamente tenaces PERO, saben cuando hay que abandonar
¿Qué es la maestría para Sara Lewis?
Sarah define la maestría como una búsqueda constante y la ejemplificó perfectamente con la analogía de un arquero. Hacer diana en el centro una vez, es lograr el éxito. La maestría es saber que puedes repetir eso continuamente. Ahora bien, lo difícil internamente es no solo celebrar cuando hacemos diana, sino también cuando casi alcanzamos nuestras metas, por el proceso. En los Juegos Olímpicos a menudo vemos que el medallista de bronce es más feliz que el de plata. ¿Por qué? La razón es que nuestra mente a menudo piensa “qué hubiera pasado si” y lo que el finalista del tercer lugar ve cerca de él es el cuarto lugar sin medalla; mientras que el finalista del segundo lugar no puede parar de pensar en su mente lo que podría haber cambiado para ganar el oro. Esa mentalidad no es saludable y, en cambio, deberíamos ver las casi-victorias como algo positivo y enfocarnos en el proceso que nos llevó allí.
La historia de Andre Geim
En ciencia, un ejemplo perfecto de cómo el fracaso puede llevarnos a una innovación disruptiva es la historia de Andre Geim, un científico que en el 2000 fue ridiculizado por sus compañeros al ganar el Premio Ig Nobel de Física (una parodia de los Premios Nobel rales, otorgados a aquellos que logran algo que al principio hace reír a la gente y luego les hace pensar). Andre y su compañero de investigación habían ideado una forma para crear un espacio seguro, de una manera divertida, en la que se pudieran probar nuevas ideas, por absurdas que puedan parecer. Y así, los Experimentos de Viernes Noche cobraron vida, dónde podían probar las teorías más absurdas sin temor a que se rieran o se burlaran de ellas. Y de una de esas noches de viernes, al eliminar capas y capas de carbono, terminaron descubriendo un nuevo material: el grafeno. El descubrimiento les ganó el Premio Nobel de Física 2010. Esta vez sí, el verdadero Nobel.
La innovación requiere mantener la implacable curiosidad de un niño y no sentirse avergonzado de hacer preguntas a colegas y compañeros. Los Experimentos de Viernes Noche creó un “refugio” que evitó la vergüenza, lo que permitió un descubrimiento innovador. De manera similar, empresas como Google asignan hasta el 20% del tiempo de los empleados para que trabajen en proyectos secretos. No necesitan revelar ni siquiera en qué están trabajando, para crear ese ambiente seguro que permita la innovación. Gmail, por ejemplo, fue uno de esos proyectos personales de uno de los empleados.
Cuando no tenemos ese espacio seguro donde podemos innovar sin ser juzgados o burlados, podemos ser víctimas de la presión de los compañeros. El experimento de la Conformidad de Asch descubrió que hasta el 75% de las personas se ajustan a la opinión de la mayoría, incluso en casos extremos cuando saben profundamente que están equivocados. Tener miedo de enfrentarse al grupo, a los otros empleados de su empresa, a sus jefes o colegas, es una tarea desalentadora que mata la innovación. Tu cerebro incluso puede engañarte para que pienses que eres tú quien se está equivocado, no los demás.
La importancia de la tenacidad:
Sarah concluyó explicando que la tenacidad es un mejor predictor de éxito que el talento o el coeficiente intelectual. Para ello, contó la historia del inventor del telégrafo, Samuel Morse, quien dedicó 20 años de su vida tratando de convertirse en un pintor exitoso para luego dedicar otros 20 años a inventar el instrumento revolucionario que cambiaría la comunicación. Se dio cuenta de cuando renunciar, cambiar de profesión y se dedicó de nuevo a una nueva causa. ¿Cambió su meta? ¡No! Siempre quiso ser un innovador, un disruptor. Solo su táctica y su forma de lograrlo lo hicieron. Necesitamos aprender cómo mantener intacta nuestra tenacidad, incluso frente a la adversidad y cuando nos damos cuenta de que es hora de intentar alcanzar nuestros objetivos de una manera diferente.
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